viernes, 23 de noviembre de 2012

BARRIO ABAJO: EL ORIGEN OLVIDADO


BARRIO ABAJO: EL ORIGEN OLVIDADO
Inmerso en la metrópoli de hoy, Erick Ojeda, un sobreviviente de la época mágica de la Barranquilla de ayer, recuerda sentado en su mecedora del tiempo aquellos momentos donde “Barrio Abajo” se convirtió en el precursor de la ciudad que se conoce hoy.  “La historia de Barrio Abajo se remonta cuando en la ciudad sólo existían dos barrios: El Alto Prado y éste, donde con el tiempo se van dando otros barrios como Las Nieves y el Rebolo”. En un breve silencio, continúa: “Todo lo que llegaba a Barranquilla era por aquí, con la Intendencia donde las canoas y los Johnson provenientes del Magdalena y Bolívar ingresaban con la mercancía.” Aquí comienza la historia del barrio.
En la Calle 50 con Carrera 50 inicia nuestra travesía histórica. Fue desde allí donde se fundó como tal la ciudad, a nivel cultural donde inició el Carnaval y a nivel económico, lo empresarial. Con un tono pausado, con su tranquilidad característica y su mirada construyendo nuevamente lo que el tiempo cambió, Erick con el olor del aceite en el ambiente, evocó más recuerdos que fueron dichos con sencillez y simpatía. “Aquí se han gestado empresas, agrupaciones, personajes de la farándula, del Carnaval, etc. Hemos quedado en el medio, ni en lo más bajo ni en lo más alto, y esto nos ha permitido tener un auge comercial en esta época”. Y continuó: “se ha considerado que el barrio es un lugar peligroso, y en realidad lo fue, pero se ha estado trabajando por cambiar la imagen, desde haciendo limpieza hasta realizando actividades culturales propias de la ciudad, y a esto le sumamos la participación en el Carnaval.” Cabe resaltar que este barrio fue conocido también como: “Bajo Manhattan” porque fue por este mismo lugar por el que los “negritos” como antes los llaman (hoy “afrodescendencia”) hicieron su arribo por medio de las canoas que usaban el río Magdalena.
Con júbilo y orgullo Erick resaltó: “En este barrio tenemos centros comerciales, universidades, los bomberos, más instituciones y se está construyendo un almacén para el hogar. Ya Barrio Abajo no es peligroso, estamos retomando el prestigio gracias al trabajo, la cultura; lógicamente hay secuelas, pero el estigma ya se ha quitado también porque la Casa del Carnaval le ha dado mucho realce al barrio.” En su pequeño camión, la travesía por este barrio siguió su camino, indicando con la mano y con sus historias el surgimiento de la ciudad que se conoce hoy. Entre palabras aleatorias y preguntas sin organizar, se detuvo un instante y se refirió al “baluarte del barrio”: “La familia Rentería vino y creció en Barrio Abajo y luego se fueron para el barrio Modelo, tenemos el orgullo de decir que fue acá donde se forjó Edgar Rentería.” Estas palabras fueron interrumpidas por los ladridos de su perro, una mascota grande, blanca y con sus años encima que pareciera ser el fiel compañero de las andanzas en el tiempo de nuestro guía, retornándonos a la realidad de las motos y carros que pasan allí.
El viejo y pequeño camión sigue allí, no se ha movido, sólo la mecedora donde él estaba se mueve un poco para ayudar al ya cansado y entrado en años “historiador”. La travesía iba a continuar, pero en ese instante, una mujer con cabellera blanca por las canas de la experiencia y su caminado pausado, como si estuviera recogiendo sus pasos, nos ofrece una bebida fría y refrescante con un ponqué de acompañante que nos deja listos para continuar el viaje. Con su apariencia desgastada por los años, continúa su relato: “Aquí se encuentra también el colegio Ester de Pélaez en el cual se les dio clases a los afrodescendientes, la iglesia Sagrado Corazón de Jesús, está el Estadio de Béisbol y hay unos arroyos llamados “La María y la Felicidad” siendo éstos conocidos por los habitantes del sector”.  Frunce el ceño, respira profundo y vuelve a mirar hacia afuera de su morada.
“El barrio necesita que sea declarado por un ente como patrimonio histórico y cultural de Barranquilla porque el sector se está revalorizando por las empresas que están aledañas y los impuestos se están incrementando, y se espera que con esto baje el costo de los mismos, también la construcción de un puesto de salud y que la chatarrización sea erradicada del sector porque esto está generando problemas a nivel social como la indigencia.” Ese mismo rostro conservado por el tiempo, con su cabeza completamente ausente de cabello y sin la timidez que tenía al iniciar la tarde, gira por un instante para mirar hacia el piso y reflexionar un momento, luego dice: “La fábrica del aceite antes nos perjudicaba pero ahora gracias los entes de control y las reformas ecológicas han hecho disminuir el olor, y ya nos hemos acostumbrado. Actualmente, se está gestionando con la Junta Comunal el dar empleo a los jóvenes, ayudas para el deporte y para la Casa de la Cultura.”  No es fácil seguirle la línea a la historia, el ruido y el constante ladrido de la mascota interrumpen constantemente, dañando el realismo mágico del momento.
Sin embargo, estos parecen no importarle a Erick, acostumbrado ya por los años al olor del aceite y del tránsito que por allí permanece. “Se llama Barrio Abajo porque anteriormente existía la parte alta y baja del barrio y luego se subdividieron en: Barrio Abajo, Prado Viejo y Nuevo, y de allí la extinción del mismo. Nuestro barrio empieza desde la Carrera 53 y va hasta la plaza de la Aduana, pero en los libros los subdividieron.”
De repente su pequeños se engrandecen por la impresión que aún le generó la noticia: “Antes que existiera el Portal del Prado y la actual estación de gasolina, hubo una empresa llamada “Holanda Colombia” que tenía productos químicos y por una falla al parecer humana, estalló destruyendo la cuadra entera.” El silencio ronda el lugar por un instante, al parecer aun él puede sentir el olor y el ruido de ese macabro suceso aun ronda su mente.
En este barrio, donde las viviendas tenían un aspecto colonial, además de tener la parroquia más beisbolera de la ciudad, entre una de las características de sus habitantes era su autosuficiencia ya que sobrevivían sin necesidad de salir de su barrio, la generosidad, la humildad, la ayuda mutua, la alegría donde los niños correteaban libremente por los callejones de éste, donde la arquitectura ha influido en la unión de sus nativos; una de sus costumbres era asomarse a las ventanas o a las puertas para ver pasar los espectadores que llegaban o salían del estadio Tomás Arrieta, debido a que en ese momento la televisión aun no hacía su aparición.
Cuando Erick iba a continuar con su relato, sonó el teléfono y con voz recia lo atendió, en esas, se nos acercó la mamá de él y nos dijo: “Éste fue el primer barrio de invasión de Barranquilla y comenzó a ser llamado “La Cueva de Montecristo”, los bajeros inventaban apodos para los barrios vecinos, como fue el Barrio Mosca burlándose del Barrio Modelo pues allí funcionaba el basurero municipal (…), una de las costumbres en esa época, era que en las casas colgaban pencas de sábila encima de la puerta que daba al comedor, asomarse a las ventanas era la forma más común de romper el aburrimiento, una que otra mujer saludaba y otras miraban a los jóvenes pasar; la vida era más sana que hoy en día, los padres se esmeraban por darle a sus hijos una buena crianza en el aspecto moral, los niños debían mantener limpios sus zapatos; colaborar con los quehaceres de la casa tanto hombres como mujeres siendo obedientes y fáciles de complacer; se veía una dedicación y amistad entre padres e hijos”. Diciendo esto, se fue divagando al notar que su hijo regresaba a la silla.
Mientras el saludaba como buen bajero a sus vecinos, llegó la hermana y rápidamente se dio cuenta que Erick nos estaba contando las historia del barrio y después de tocar varios temas, expresó: “Mi papá me decía que las tiendas eran el lugar por excelencia para los bajeros, donde habían reuniones sociales y consultorios psiquiátricos del vecindario, de lugares propiciados en esquinas y por las mesas y sillas con que amoblaban el espacio, a las horas de la tarde se convertían en bares o garitos donde jugaban partidas de dominó, discuten del fútbol, béisbol o política. Nosotros aun recordamos famosas tiendas como El Tokio, La Nube Blanca, La Siempreviva, el Canelo, el Bar Venecia, La Sorda, La Penumbra, El Paralelo 38, La Redención, Tienda-Estadero La Felicidad. También hubo en nuestro el ingreso de los Burdeles que habían en esa época entre los que se puede mencionar: La Gran Jota, El Trópico, Margot, El Camaru, El Farolito, El Atómico y La Cueva de Morgan en los cuales las prostitutas de acuerdo a la apariencia del cliente le cobraban, habían unas prostitutas que de acuerdo a  su intelecto les permitía sostener una conversación con sus clientes y así ganaban mucho más, pues eran hombres prestigiosos y en su mayoría comprometidos.” Y diciendo esto, se despidió, con una calurosa sonrisa, demostrando así que los bajeros mantienen su tradición oral intacta.
A través del recorrido histórico que se hizo desde los inicios de nuestra ciudad, no podemos dejar atrás el arraigo cultural que trae consigo el barrio abajo, como lo es el Carnaval de Barranquilla. Erick añade: “Se ha destacado mucho en los grupos folclóricos, las danzas como la del Toro Grande y disfraces como el de la marimonda; cumbiambas como Agua Pa mí;  comparsas como Palo con esa Gente o las Marimondas del barrio Abajo y las letanías que han tenido un lugar importante en el Carnaval de Barranquilla; la Casa Del Carnaval y no podríamos olvidarnos de los personajes que salen en estos desfiles como el rey Momo, la Reina del Carnaval, los bailarines y los músicos como Esthercita Forero, Joe Arroyo, Martha Emiliani, Julieta Consuegra, entre otros”.
Erick al mirar su reloj negro, se da cuenta que es un poco tarde, así que antes de despedirse se da cuenta que pasó a un personaje por alto y a su vez a una celebración tradicional de la ciudad: Esthercita Forero y la Guacherna. “La Guacherna nació a comienzos del siglo XX aquí. Los vecinos llamaban con el guache (un instrumento de percusión que produce un sonido similar al de la maraca) a los demás para que comenzarán a preparar las danzas al son de tamboras y flauta e millo, siempre acompañados de los mechones y velones para alumbrar la noche. De allí viene la palabra Guacherna” y diciendo esto, nos da un apretón de manos y se levanta de la mecedora, no sin antes recordar que el patrimonio de Barranquilla inició en el barrio donde él vive. Los bajeros son un icono de la ciudad y de personas que sólo piensan en expandirse y adquirir un pensamiento más abierto y globalizado. La tradición que mostró Erick Ojeda, nos demuestra que la tradición oral perpetúa en las familias formadas en el sector, recordando los valores del verdadero barranquillero.
De esta manera, al darle la espalda a la residencia de este sobreviviente cultural, de sus arraigos culturales y evitar la pérdida de identidad, regresamos a la realidad, al smog, a la invasión citadina del concreto, del transporte masivo y de la globalización que cada día sepulta la identidad de nuestra ciudad. Ojalá se logre el objetivo que la comunidad del Barrio Abajo busque y no se pierda el origen de la cultura de la Arenosa.

SHELIDETH FERNÁNDEZ
IVANA FIGUEROA

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